Ante todo, cualquier persona que tenga una autoestima baja debería abstenerse de practicar D/s. El motivo es muy evidente, en este tipo de juego, o forma de vida, o filosofía, o como quiera calificársele, ya que depende de cómo lo viva cada cual, hay dos roles claramente definidos: uno Dominante, y otro sumiso. Por supuesto un Dominante con baja autoestima teóricamente no lo practicaría, ya que se necesita mucha destreza mental, seguridad, firmeza, etc., cosas que obviamente no podría ejercer si no estuviera seguro de sí mismo.

Hago un inciso para decir que si una sumisa quiere practicar la D/s para sanar esa autoestima, no es para nada aconsejable. Esto es un modo de vida, no una terapia psicológica, y puede acarrear muchos problemas tanto a su posible Amo, como a ella. Lamentablemente hay muchos Amos que no velan adecuadamente por la salud mental de su sumisa, y se limitan a humillarla. Eso puede causar lesiones psicológicas graves, así como anulación de personalidad por dependencia de las decisiones que su Dominante toma por ella. Y es más, un Dominante que vea que su sumisa tiene problemas psicológicos, debería alertarse, ya que no olvidemos que al aceptarla, él asume unas responsabilidades, por lo tanto una persona trastornada puede provocarte un sinfín de problemas, incluso legales si ésta decide denunciarte. En este mundo nos valemos de la confianza, así que es mejor para ambos saber con quién estamos jugando.

El juego de la humillación
Como ya hemos mencionado antes, ambas personas adoptan roles opuestos, uno Dominante y otro sumiso. El Dominante es el que adiestra, dirige, ordena y controla todo. La sumisa está en manos de su Amo y debe obedecerle, y acatar sus decisiones, salvo las que previamente hayan pactado como límites.

Nos encontramos en lo que se llama una sesión o –escena-, en la cual ambos disfrutan de la ejecución de dichos actos. Un ejemplo: el Amo azotando y la sumisa recibiendo dolor. Ambos obtienen placer a su manera. Uno viendo el efecto de sus actos en la otra persona, y la otra entregándole su cuerpo para su placer, además que es sabido que para muchas personas el dolor es excitante, y mezclado con el sexo se pueden alcanzar cotas muy altas de placer y éxtasis.
Antes de poder entregarse totalmente, la sumisa debe ser preparada y adiestrada por su Amo, quien debe vigilar que sus actos sean bien entendidos. Para adiestrar a la sumisa, esta ha de pasar unas pruebas, una educación. Ha de ser disciplinada cuando debe, no ha de ser celosa, ya que su Amo no le pertenece, sino ella a él. Es decir, un sinfín de cosas que debe asimilar, y muchas veces serán costosas de entender. Un Amo puede usar cierto vocabulario, o firmeza o disciplina, o incluso hacer que la sumisa haga cosas que no le son agradables, con lo cual son humillantes, ya que van en contra de las normas y educación que recibimos en la infancia, y lo que cotidianamente vivimos. La tarea del Amo es hacer que entienda que eso es parte del juego, que no es nada personal, y que no la menosprecia para nada. Si no es así, puede que ella se sienta realmente humillada como persona, y que sufra crisis de autoestima, se sienta inferior, devaluada. Esto sería la humillación mental. El hecho de situarla en un plano abstractamente inferior en ese momento.


Con lo cual, tres pilares muy importantes para que se dé esa entrega que todo Amo anhela son: Confianza, comunicación, y respeto.
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